Asistimos perplejos al intento de asesinato a la vicepresidenta de la Nación -Cristina para la mayoría- conductora política del peronismo y del campo popular, con una trayectoria y centralidad que la convierte en la dirigente política más importante de Argentina, la Región y una de las principales del mundo.
De más está detallar, cuáles fueron los sentimientos que atravesaron a cada uno y cada una de los que nos sentimos representados por ella: escalofríos, miedo, angustia. Esa angustia, que produce un nudo en la garganta, que genera bronca, indignación. Para luego transitar el alivio de saber que las balas no se dispararon.
Pero la angustia, el miedo, la bronca y el deber de la memoria nos hizo, en cuestión de horas, encontrarnos en las calles, para ratificar que somos millones y que estamos unidos, organizados y fuertes, y pudimos ser nuevamente testigos de su entereza y valentía, la vimos salir de su casa, y nos calmamos un poco, solo un poco, pero estamos lejos de relajarnos.
¿Por qué el título que la derecha se ve impotente?, Porque haciendo un estricto análisis político de la situación, podemos observar que las salidas ensayadas por los sectores concentrados de poder hasta aquí en Latinoamérica son dos: la vía judicial, como en Brasil, donde desde la absoluta impunidad fiscales y jueces trabajaron para encarcelar a Lula da Silva.
La otra opción es la salida boliviana con un golpe de Estado, donde policías y militares derrocaron a Evo Morales y no solo eso, casi lo matan. Opción que en nuestro país no tiene ningún tipo de posibilidad.
La implementación de los discursos de odio
Estos escenarios, favorables para llevar adelante sus planes, lo construyen mediante la contaminación de la información y los constantes discursos de odio que son multiplicados desde los medios hegemónicos y con claros intereses políticos y económicos.
Todos entendemos que estos discursos maliciosos pueden alentar a “algún loquito” a hacer un desastre, pero lo realmente importante para la derecha es crear consensos sociales que les permitan llevar adelante sus planes.
Estas estrategias, funcionan así desde hace siglos, podríamos pensar en la Alemania nazi, por ejemplo, con el odio generado hacia las diferentes comunidades en especial la judía, donde el capital concentrado alemán logró imponer un sistema dictatorial y una salida económica, que terminó en la Segunda Guerra Mundial con millones de muertos tanto en las batallas como en los campos de concentración.
Mucho más cercano en espacio y tiempo podemos ver como en Argentina, los discursos de odio demonizaron a empresas y trabajadores estatales desde los ‘80 en adelante con comunicadores martillando el seso de “Doña Rosa” (Neustadt como destacado), lo que generó el consenso suficiente para avanzar en las privatizaciones de los ‘90.
Así, podemos hoy ver cómo se intenta hacer creer en los diferentes países, que el problema de la desocupación es culpa de inmigrantes, lo que nos hace ver imágenes terribles en la costa española, por ejemplo, donde dejan morir en el mar a miles de africanos en busca de una esperanza (es prudente aclarar que no hay registro visual de lo que sucede en la frontera terrestre norteamericana, que sin dudas se repiten esas dolorosas imágenes de abandono y falta de humanidad).
En la actualidad en nuestro país, hace años que vienen intentando demonizar al peronismo y al campo popular en general y a Cristina en particular, justamente para generar el consenso que necesitan las corporaciones para quitarla del escenario político. Resulta inaudito que a esta altura y con esta historia detrás, nuestro gobierno no haya mandado ya al Congreso de la Nación un proyecto para sancionar severamente los discursos de odio, repito es inaudito, aunque no me sorprenda.
Volviendo entonces a los ensayos de la derecha; abortada la posibilidad del golpe de Estado, intentaron avanzar por la vía judicial, pero la respuesta de Cristina fue más que contundente, no solo desnudó una a una las mentiras de la causa, sino que además pudo mostrar quienes eran los que hacían negocios en serio con el responsable de adjudicar obras, sí claro, los más encumbrados empresarios del macrismo.
No solo eso, con una claridad absoluta demostró como todo el proceso de mentiras judiciales – mediáticas terminaron con la estafa del último endeudamiento externo del gobierno macrista. Todo este ataque judicial – mediático la puso, nuevamente, en la centralidad política absoluta y además movilizó al campo popular a cerrar filas en su defensa, con una movilización política no solo en la Recoleta, sino que, en los diferentes puntos de Argentina, lo que dejó a las claras que no iba a ser fácil encarcelarla impunemente.
Argentina no es Brasil, los procesos de organización y movilización son diferentes, y si solo el intento de avanzar sobre Cristina moviliza así a la sociedad, un encarcelamiento generaría una respuesta popular pocas veces vista.
Y está claro que esta evaluación no la realizó solo yo, creo que el poder real de la Argentina y del norte del continente también evaluó lo mismo y quedaron con el desconcierto de ver cómo la estrategia judicial fracasaba y ponía en carrera nuevamente a la ex presidenta. Se volvieron a equivocar, impotentes y sin opción su única alternativa fue (y es) deshacerse físicamente de ella, no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas.
Orquestaron sin pensar en las consecuencias (o tal vez sí) de que matando a Cristina el camino a sus planes políticos y económicos para nuestro País sería mucho más simple, lo que no deja de ser cierto, aunque para eso tenga que correr sangre inocente, ellos entre la sangre y el tiempo siempre eligieron la sangre.
Se salvo por un milagro
Pero la bala no salió, quienes tenemos Fe, se lo atribuimos a que Dios la cuidó, otros dirán que fue solo suerte nomas, pero sin dudas fue otro intento frustrado de terminar con Cristina.
La derecha queda aún más desesperada y por lo tanto no es de extrañar que se ponga más violenta, y con más opciones de equivocarse. El campo popular no quedó huérfano, tenemos no solo esperanzas en el futuro cercano, sino que tenemos conducción táctica y estratégica, con lo que nos cuesta tenerla, recordemos que después de Perón tardamos 40 años (masacre mediante) en tener a Néstor y Cristina.
La tarea por delante en lo inmediato es cuidar a Cristina, redoblar esfuerzos, no relajarnos, estar alertas y movilizados. Pero además de lo inmediato el campo popular tiene el enorme desafío de generar cuadros políticos de construcción, conducción, administración, legislación, y en la medida de lo posible cuadros políticos integrales, como Néstor, como Cristina.
Ya pudimos ver que nuestros dirigentes no son para siempre, y el enemigo esta al acecho y es capaz de cualquier cosa y nosotros no podemos dejar a nuestro pueblo sin conducción política otros 40 años, necesitamos para eso ser más generosos entre nosotros mismos, dejar de mirarnos con desconfianza, ubicar a los y las mejores militantes en los lugares estratégicos, para que puedan desarrollar las mejores políticas y desarrollarse mejor.
Es nuestra responsabilidad, renovar las conducciones de los viejos aparatos que ya se muestran oxidados, para dar respuestas dinámicas a realidades dinámicas, no solo en la política general que nuestro movimiento necesita sino en las respuestas concretas que hay que dar en las gestiones municipales, provinciales, nacionales y/o de organizaciones sindicales/ sociales.
La formación mediante el estudio, la lectura, y por supuesto las nuevas herramientas (podcast, YouTube etc.) tienen que ser parte esencial y una obligación para las nuevas generaciones, elevar la vara del debate público debería ser una de nuestras prioridades, porque ahí desnudamos lo básico y trucho de los planteos de la derecha, y elevamos los niveles de conciencia popular, que no dejan de ser altísimos en nuestra Patria.
Gracias a Dios tenemos a Cristina y esperemos que así sea por muchos años más, cuidémosla más que nunca que ahí se juega parte del futuro del pueblo argentino, y mientras tanto construyamos miles de Cristinas y Nestores y Perones y Evitas. Es nuestro deber con la historia y con nuestro pueblo, pongámonos a la altura.
Nahuel Segovia
Identidad Provincia de Buenos Aires
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