La participación concreta de Mauricio Macri en el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Bolivia, por entonces presidida por Evo Morales es, ahora, una certeza.
No puede sorprender al apoyo explícito realizado por Macri a los/as golpistas bolivianos/as, habida cuenta que considera al populismo peor que el COVID-19. Esto demuestra que sabe tanto de historia y de política como de biología y epidemiología. Después de todo, cada cual tiene derecho a equivocarse.
Lo que no es ni admisible es que haya sido partícipe necesario en la represión del pueblo boliviano, que dejó muertes.
Lo que no es perdonable es que Mauricio, que es Macri, y su equipo local – entre los que destaca Patricia Bullrich- haya usado a la República Argentina como pantalla para sostener un gobierno golpista en una Nación hermana.
Desde hace más de un siglo, las Doctrinas Calvo y Drago fundan para la diplomacia argentina la esencia de lograr, mantener y fundamentar la integridad y la independencia de Sudamérica, lejos de todo interés extranjero.
Tiempo después algunos afirmaron que la política exterior es la más importante de todas las políticas, cuya fuerza es la coherencia, cuyo coraje es la permanencia. Cuyo valor es duradero.
Macri y los intereses locales que representa, han traicionado valores constitutivos de nuestra Nación. Se han rebajado a la categoría de cómplices.
La República que tanto proclama Macri tiene olor a deuda en dólares, como el golpe contra Bolivia tiene el aspecto del litio. La República parece ser el último refugio de los cobardes.
La Argentina no puede ni debe ser parte de eso. Desde Identidad, sostenemos que Argentina no será cómplice.
Por eso, trabajaremos para que Macri y su elenco rindan cuentas por la probada colaboración con un gobierno faccioso, a través de la provisión material de elementos represivos contra el pueblo boliviano. Será Justica.
Mesa Nacional de Identidad.
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